terça-feira, 26 de junho de 2012

ANTEPROYECTO DEL MOVIMIENTO SALIR DEL CAPITALISMO



 
“Los días de esa sociedad están contados; sus razones y sus méritos fueron pesados y verificados débiles; sus habitantes están divididos en dos partidos, uno de los cuales quiere que ella desaparezca”.


Guy Debord

Prefacio a la 4ª edición italiana de

A Sociedade do Espetáculo (La Sociedad del Espectáculo)

Enero/1979





                                                                                      

CETERUM CENSEO CAPITALISMUM DELENDUM ESSE*



¿Será que delante del genocídio de la humanidad y del ecocídio del planeta seremos capaces de una reflexión y acción conscientes que sean portadoras de una llama infinita de esperanza, energía psíquica, osadía emancipadora, voluntad, pasión y tesón para que transformemos radicalmente esta sociedad?



                                         *Referencia a la conocida expresión latina Ceterum censeo Carthaginem esse delendam ("Por lo demás, opino que Cartago debe ser destruida’) atribuída a Catón, el Viejo, célebre tribuno romano, que la pronunciaba cada vez que finalizaba todos y cada uno de sus discursos en el Senado Romano durante los últimos años de las Guerras Púnicas. Es una expresión que se usa para indicar un objetivo que se busca reiteradamente hasta que sea concretado. En nuestra variante, Ceterum censeo capitalismum esse delendum (Por lo demás, opino que el capitalismo debe ser destruido).



Caro(a) amigo(a),

Contigo el Anteproyecto* del Movimiento Sair do Capitalismo (Salir del Capitalismo). Este fue presentado, discutido y aprobado en un encuentro realizado en Fortaleza, Ceará - Brasil  el 05 y 06 de mayo de 2012.

         A través de este nos dirigimos a los(las) que reflexionan y luchan por la trascendencia al sistema,  no sólo aquí en Fortaleza, sino que en Brasil, en la Cumbre Mundial de los Pueblos, en la Rio+20, en el Fórum Social Mundial, en los EEUU, en la Unón Europea, en China, en los países árabes, en los Fórum alternativos, en los movimientos sociales y ecológicos y en todos los cuadrantes de la Tierra.

         En el anteproyecto presentamos la propuesta, para nosotros impostergable, de construcción de un nuevo movimiento social para aprehender, combatir y suplantar la totalidad capitalista y, por lo tanto, capaz de poner un paradero en el genocidio de la humanidad y ecocidio del planeta.

         Para que alcancemos ese objetivo continuamos desarrollando una reflexión innovadora para responder a los complejos retos de la actualidad. Esta tarea sería imposible si no contásemos con aportaciones teóricas inestimables de varias personas. 

         Una de las cuestiones más desafiadoras ─y el anteproyecto nos alerta sobre eso –es que, delante de la descomposición del moderno sistema patriarcal productor de mercancías, irrumpen dos situaciones antagónicas. Una es la posibilidad de la emancipación humana. La otra es el hundimiento de la humanidad en la barbarie. Un modo superior de sociabilidad, sin embargo, impone la exigencia inevitable de un pensar y un quehacer conscientes.

         A causa de eso, deseamos sensibilizarlo(a) para que, al expresar sus opiniones críticas sobre el anteproyecto, que te sientas estimulado(a) y apasionado(a) para participar de las elaboraciones y actividades de los proyectos del Movimiento, del Periódico De Saída, del guión de la película/performance Assim Caminhava a Humanidade (Así Caminaba la Humanidad) y del nuevo Manifiesto que clama para ser escrito.

         ¡Cuándo no existen caminos trazados, volar es preciso!












*Textos han sido ya borrados, pero no revisados, a causa del tiempo exíguo, no pudieron ser presentados en nesta edición. Se trata de apreciaciones importantes acompañados de fragmentos de las fuentes y sus variantes y notas explicativas relevantes. En la próxima edición esas y otras modificaciones serán contempladas.




Una revolución se deshace en el aire – la revolución capitalista.

La superviviencia adquirida con la derrocada de una otra revolución que pretendia modernizarla, la socialista, duró poco.

El capitalismo en el siglo XXI pierde su dinámica y alcanza su frontera histórica. La lógica de su proceso de acumulación se extingue. La relación social fundamentada en el dinero queda sombría. La enorme acumulación de medios que el sistema dispone no vuelve la vida más bella, más humana, plena de sentido. Por el  contrario, la insistencia en la continuidad del sistema pasó a comprometer la vida de la humanidad y de la naturaleza.

Por ello, el árbol dorada de la vida anclada en las categorias capitalistas se ha vuelto cenicienta. Verde es la nueva idea de ruptura que aprehende, combate y suplanta la totalidad del moderno sistema patriarcal productor de mercancías.



LAS SOCIEDADES PREMODERNAS ERAN ACRÍTICAS.



Las sociedades premodernas no existían en todo el planeta. No poseían consciencia histórica. No disponían de la historia como una explicitación de sus procesos de evolución y formación socioeconómicas.

Además, no estaban en conflicto consigo mismas, es decir, con su propia forma. Una dinastía sucedía a otra, pero, la forma social como tal no se cuestionaba. La sociedad, bajo tales presupuestos, aparecía siempre como sociedad en general, no como forma específica que también podría ser totalmente diversa.

Las sociedades premodernas eram capaces de reproducirse por períodos increiblemente largos (en el caso de Egipto, por siglos) sin derrumbarse a partir de dentro; su caida, por lo tanto, era condicionada ante todo, por causas externas.

Las culturas agrarias premodernas poseían una reflexión que no críticaba la sociedad. Antes era una reflexión inmediata sobre Dios, o sobre el universo, sobre la posición del hombre en el cosmos, sobre el enigma de la muerte. Era, necesariamente, por tanto, una reflexión  religiosa y con contenido religioso que permaneció vinculada a la estructura socioeconómica presupuesta sin crítica.

En las sociedades premodernas había, desde épocas distantes, el trueque local y, del mismo modo, el comercio exterior (especias, seda, minerios, armas, etc). Grecia, Egipto y China desarrollaron notable comercio en que el dinero, bajo diversas formas, fue utilizado como mediación entre las mercancías. No obstante, en esas sociedades premodernas, por lo general, el volumen de trueques permaneció pequeño. Al fin de cuentas, eran sociedades esencialmente agrícolas, basadas en el trabajo servil y organizadas por un Estado despótico.

Así pues, nunca se formó, abarcando toda la sociedad, un sistema productor de mercancías como es el capitalismo. Y el trabajo no constituía una esfera por separado. Ni tampoco se encaraba como un principio ontológico de la sociedad humana. Al revés, poseía un significado de inferioridad social y dependencia. Tales sociedades conocieron la invención de máquinas que aumentaban la productividad. Pero no causaron ninguna revolución en el modo de producción como en siglos posteriores.

Durante largos siglos, la mercancía permaneció siendo un fenómeno de “nicho”, limitado a la circulación, esto es, el trueque ocasional de productos casi siempre obtenidos por apropiación directa (esclavitud, servidumbre).

El desarrollo de la mercancía y del dinero se lo sometieron, a finales de la Antigüedad, a un declinio que duró aproximadamente mil años. Con todo, en ese período, en particular, a partir del siglo XIII, fueron surgiendo elementos fundamentales para el nacimiento del capitalismo. Inicialmente en los monasterios, donde, por primera vez, se atribuyó al trabajo un significado moral –exactamente en la calidad de sufrimiento. Y el trabajo en los monasterios era acompañado de una organización regular del tiempo. Ésta formaba parte de ese fenómeno más amplio: la introducción del “tiempo abstracto”, visible también en la invención y difusión de los relojes. Pero un nuevo y decisivo elemento rompió con la andadura lenta en dirección al capitalismo.



UNA FUERZA DESTRUCTIVA ABRE CAMINO.

HACIA EL CAPITALISMO.


El advenimiento de la modernidad alteró completamente esa situación, no a través de una fuerza productiva, sino, al revés, destructiva. Lo que abrió el camino hacia la modernización fue el hombre blanco y occidental con su economía de las armas de fuego. Fue a través de la invención y uso de las armas de fuego que se destruyeron las formas precapitalistas de dominio. La caballería feudal se hizo militarmente ridícula. Estaba sellado el destino de los ejércitos trajeados de armaduras. Pero el arma de fuego no estaba en las manos de una oposición “baja” que se hiciera frente al domínio feudal.

Esto se evidencia a medida que las armas de fuego no podía ser producidas en pequeños talleres. Al contrario, se exigía una industria de armamentos en grandes plantas. Tanto las armas, como la construcción de fortificaciones, debían ser pagadas en dinero, bien como los mercenarios. El dinero comenzaba, así, mucho más que durante la Antigüedad, a penetrar profundamente en la sociedad y a disolver la vida agraria localizada. Industrias armamentistas, carreras armamentistas y mantenimiento de ejércitos permanentes organizados, divorciados de la sociedad civil y a la vez con fuerte crecimiento, condujeron necesariamente a la dependencia del dinero.

La producción de mercancías y la economía monetaria (elementos fundamentales del capitalismo) pasaron a existir porque contaron con la economía militar y de armamento. A través de ellas, las personas fueron forzadas a trabajar para ganar dinero. 

Evidentemente, las personas no se dejaron llevar de libre y espontánea voluntad por las exigencias de la nueva economía armamentista y financiera. Sólo podían ser forzadas a esto por medio de una represión sangrienta. He aqui el origen de las guerras campesinas, en el inicio de la modernidad, incluso las agitaciones de los ludistas (llamados “rompedores de máquinas”) y la caza a las brujas. Por medio de la caza a las brujas la igresia suministró el impulso decisivo para la destrucción de la antigua imagen mística del mundo, y en ese sentido fue plenamente propicia a los nuevos poderes y nuevas ideas.


MERCANCÍA, DINERO Y TRABAJO – LOS ORÍGENES DEL CAPITALISMO.


El origen del capitalismo está vinculado, por tanto, a la violencia. Fue la represión que transformó los pequeños productores en trabajadores. Para ello, fueron expulsados de sus tierras y sin derechos a la cacería, a la pesca y a la leña. La finalidad de estas medidas era forzarlos a vender la única cosa que aún les quedaba - su fuerza de trabajo. La unión entre mercancía, dinero y trabajo está en el origen de la valorización del valor, de la valorización del dinero y, por tanto, del capitalismo. Sin embargo, otros factores contribuyeron para el surgimiento y desarrollo del capitalismo. Entre ellos, cabe destacar el cambio en las formas de consciencia y el disciplinamiento de los seres humanos. Papel importante cumplió, en este sentido, el sistema escolar y educacional para el adiestramiento espiritual y aprendizaje de parámetros comportamentales con la finalidad de adaptarse a la vida entera al trabajo.

El nacimiento de la ciencia moderna y su visión cuantitativa de la naturaleza estaban vinculados al surgimiento del valor abstracto en la vida social. La concepción de Galileo sobre la naturaleza y de Newton sobre la fuerza gravitacional surgieron en la época en que el mundo pasaba a unificarse bajo el gobierno de una única fuerza –el dinero. Además, la glorificación del trabajo, el cambio del mundo mediante el trabajo y la defensa de virtudes indispensables para obtenerse esos objetivos ganaron, en el Renacimiento, fuerza considerable.

A partir de ese momento, se vuelve decisivo interiorizar en las personas las exigencias del trabajo. Jeremy Benthan, Hobbes, Rousseau, Kant, de entre muchos otros, predicaron una nueva sumisión: no más a un señor de carne y hueso, ni a un Dios, pero al nuevo fetiche, al mecanismo impersonal, bajo el aspecto de “razón”, “voluntad general”, “progreso” y “Estado”. La  razón de los iluministas era también la transfiguración de la irracionalidad de la valorización.


LAS SOCIEDADES MODERNAS DIERON ORIGEN A DOS CRÍTICAS.

Ese nuevo período nace cargando consigo una dinámica sin precedentes. Esa dinámica, que basada en la moderna revolución industrial, somete la vida social al movimiento de valorización del dinero. Ese movimiento se convierte insaciable y se reproduce con formas siempre nuevas, en estadios evolutivos cada vez más acentuados. Para dar respuesta a todo eso, la nueva sociedad inaugura sus nuevos conceptos de revolución, proceso, movimento, espacio, tiempo, cultura, educación, arte, etc. A partir de ahí, el nuevo pensamiento de crítica social inventa la historia lineal y el progreso, la mirada hacia el futuro y la crítica de cada situación alcanzada, como mero estadio transitorio para una respectiva situación nueva y supuestamente superior. Papel importante cupo a las máquinas de vapor que revolucionaron la producción industrial, sus modos de producción y trueque.

Pero, la crítica social inaugurada por la modernidad originó dos críticas sociales antagónicas. Una, que ensayaba la crítica radical de las formas básicas de esta sociedad. Otra, que criticaba la insuficiencia y subdesarrollo de la misma. La primera, que a comienzos permaneció oculta y durante cierto tiempo reprimida, sólo recientemente fue (re)descubierta y por eso ahora da  sus primeros pasos. Pasos que podrán conducinos a la habitación en donde están guardados los secretos más importantes de la humanidad. La segunda sobrevivió y se desarrolló hasta la fecha como una reflexión inmanente al capitalismo. Su fundamentación está basada en la teoría de la modernización capitalista, o sea, en el socialismo con sus variantes (marxista, socialista, bolchevista, stalinista, trotskista, maoísta, foquista, etc.) y sus discordantes anarquistas.

Las dos teorías se convergen a una misma base de estudios que es el capitalismo. Pero, el capitalismo no ingresó en la historia en estado puro, sino que mediante  una miscelánea de momentos capitalistas, precapitalistas, modernos y premodernos. Ello ocasionó una disparidad entre los varios países continentales de Europa que eran subdesarrollados en relación con Inglaterra y también en los demás países del mundo, que eran aún más retrasados que los subdesarrollados europeos. En esa no simultaneidad interna y externa del capitalismo reside la génesis de esas teorías. De esa contradicción emanan el Marx exotérico y el Marx esotérico. De aquí advienen sus distintos abordajes, con dos teorias diferentes: una, la teoría de la suplantación del capitalismo; otra, la teoría de su modernización.

Esa contradicción todavía persiste. Sin embargo, venía prevaleciendo la reflexión teórica interna de las formas capitalistas. Por consiguiente, la crítica al capitalismo acabó no se refiriendo a todo lo lógico e histórico de ese modo de producción, sino sí siempre apenas a determinados estadios de desarrollo ya recorridos o a ser superados. Con ello, la vida del capitalismo se prolongó.

EL CAPITALISMO SIN LÍMITES.

El objetivo de la producción moderna fue transformar dinero en más dinero. Esto por que el dinero pasó a constituirse, en el capitalismo, la forma visible de una abstracción social, el valor, que es el fundamento del capitalismo. Y sólo fue posible por que, en el capitalismo, el trabajo se representa en el valor. Y la valorización del dinero surge, entonces, como una forma de riqueza constituida por el dispendio del trabajo humano directo,  basado en el tiempo de trabajo. En esto reside el corazón del sistema capitalista, la producción del valor, la valorización del dinero.

Sin embargo, para obtener la ganancia, la venta de los bienes producidos debe render más dinero que el coste de su producción. Alcanza este objetivo la empresa que ofrezca más baratas las mercancías. Quien decide, ante la competencia, es la productividad. Para producir gran cantidad de productos con poco dispendio de trabajo vivo, o sea, pocos trabajadores y muchas mercancías baratas, se hace indispensable el uso cada vez mayor de máquinas. Por tanto, la disminución de los costes exige que menos trabajadores produzcan más productos.

A pesar de esta contradicción, el sistema se expandió. Y se expandió por que la capacidad de racionalización era, en este momento, menor que la expansión del mercado. Como consecuencia, la industria absorbió antiguas ramas de producción artesanal, creó nuevos sectores productivos, inventó productos jamás imaginados e infundió la sed de comprar en los consumidores. El proceso de aumento de productividad, expansión y saturación de los mercados, creación de nuevas necesidades y nueva expansión parecía no tener límites.


EL APOGEO DEL FORDISMO Y LA COMPETENCIA EN LA MODERNIDAD.


En 1886, el ingeniero alemán Carl Benz construyó el primer coche. En 1900, el ingeniero norteamericano Frederic Taylor creó un sistema que separaba las áreas de trabajos específicos, lo que resultó en el aumento de la producción. Enseguida, el empresario Henry Ford introdujo la estera rodante, originando un nuevo método de producción, el fordismo. Los resultados fueron sorprendentes. De l0 mil coches/año, la industria fordista se alzó a 248 mil coches en l914. Los nuevos métodos impulsaron una nueva revolución industrial. El aumento de productividad abarató enormes cantidades de productos, amplió el mercado y creó número espantoso de nuevos empleos. El capitalismo vivió su época de oro y los trabajadores obtuvieron sus mayores logros.

Inglaterra conservó por un buen tiempo la ventaja que tenía del hecho de haber sido la primera nación a inundar los mercados mundiales con sus mercancías. Francia, Estados Unidos y Alemania fueron los países que, en el siglo XIX, también construyeron su capitalismo industrial. En la secuencia, las otras economias tuvieron que contar con un nivel de productividad establecido por las naciones industrializadas. Se volvía, por lo tanto, necesario invertir, antes mismo de comenzar a producir, en infraestructura y capital fijo que deberían estar en el mismo nivel de los países más desarrollados. Con otras palabras, esos países tenían un retraso a suprimir, que era tan grande, como el tiempo que iba a demorar para entrar en la competencia. Así que, Japón e Italia fueron los últimos países que consiguieron entrar en el grupo de “línea del frente”, volviéndose los demás países perdedores en la disputa por la competencia. En el siglo XX, se había vuelto imposible implantar el modo de producción capitalista en un país sin que la economía suya fuera inmediatamente sacudida por la afluencia de mercancías baratas provenientes de los países industrializados.

Tras  el inicio del siglo XX, el fordismo avanza y el capitalismo se modifica. En la época, la transformación del modo de producción capitalista, alteró el sistema de referencia de los conflictos sociales. Como consecuencia, imperialismo, economía de guerra, fordismo, taylorismo etc., polarizaron la humanidad. Se creó una oportunidad para la transformación también de la teoría. Bien, si el objeto de la crítica se modifica, por supuesto que la propia crítica tiene que modificarse. Pero no se modificó. La inmanencia al sistema impidió la formulación teórica y la acción para la trascendencia del capitalismo.

Después de la Segunda Guerra Mundial, bajo la égida de la Guerra Fría, todo ese proceso se reveló a través de la conyuntura formada por los “tres mundos”, que marcó la segunda mitad del siglo XX, notablemente, el “Primer Mundo” del viejo centro capitalista, bajo el liderazgo de los EEUU; el “Segundo Mundo”, representado por el capitalismo de estado y/o socialismo de estado, bajo el liderazgo de la URSS; y, finalmente, el “Tercer Mundo”, compuesto por movimientos postcoloniales de liberación nacionales y por dictaduras desarrollistas de las más diferentes tendencias.


LA MODERNIZACIÓN CAPITALISTA.

Delante del desarrollo diferenciado del capitalismo, ganó fuerza la idea de que un país sólo podría formar parte de la modernidad si contara con un aparato estatal sustentado por un poder absoluto. Así estaría garantizado un espacio protegido de cualquier competencia exterior. Con ello, estarían siendo aseguradas y creadas las condiciones indispensable para el desarrollo capitalista y/o socialista de esos países.

En efecto, fue lo que aconteció en Rusia, en China y en muchos países de la periferia capitalista. La mercancía, el dinero, el valor, el trabajo, el Estado, el mercado, etc, no fueron abolidos. Todo al revés, se buscó desarrollarlos hasta el nivel occidental. La  economía mercantil no sería superada, sino sí dirigida por la “política”. Se repitió en Rusia una suerte de “acumulación primitiva” que implicó en la transformación forzada de millones de campesinos en obreros de fábrica y en la difusión de una mentalidad adaptada al trabajo abstracto. Los recursos de la sociedad eran canalizados para la construcción de las infraestructuras y de la industria pesada (de base) en un nivel que una economía privada jamás habría podido alcanzar. La reducción del comercio exterior al mínimo, bajo el control del Estado, permitió este enorme país crecer una industria que habría desaparecido pronto si ella hubiera que enfrentar, inmediatamente, a la coompetencia mundial.

A comienzos, los éxitos fueron considerables y, en poco tiempo, la Unión Soviética se había vuelto la segunda potencia industrial del mundo. Las “democracias occidentales” se declaraban horrorizadas con los métodos por los cuales ese resultado había sido alcanzado. En verdad, lo que ellas veían allá no era más que un resumen de los horrores de su propio pasado– Rusia atrasada había repetido en algunos años lo que había acaecido por siglos en el Occidente. Y, con ello, la construcción del socialismo en Rusia no fue ni siquiera un intento de construir una sociedad emancipada (como afirmaban sus partidarios), ni la ambición alocada de realizar una utopia ideológica (como querían creer sus críticos burgueses), ni siquiera, tambiém, una “revolución traicionada” por la nueva burocracia parasitaria (como proclamaban sus críticos de izquierda). Se trataba, sencillamente, de una modernización tardía. Al final, no se puede superar la plusvalía en nombre de la emancipación de los trabajadores, con el valor permaneciendo como base ontológica. Por el contrario, el modo de producción basado en el valor sólo puede ser superado con la superación de la propia forma-valor fetichista.

La derrocada del Leste, que presumían los ideólogos del sistema capitalista como el fin de la historia y victoria absoluta del capitalismo, representó en verdad, la señal de la crisis general del sistema productor de mercancías.

EL LÍMITE DEL CAPITALISMO.

En los años 80, la tercera revolución industrial, con base en la microeletrónica, llevó las industrias fordistas  alcanzar su nivel histórico de saturación. Nuevos y sofisticados productos tuvieron sus precios abarateados. El ordenador se transformaba en consumo de masas. Sin embargo, este nuevo brote económico no trajo el correspondiente aumento de empleos. La produción pasó a depender menos del tiempo de trabajo y del montante de trabajo empleado y mucho más de las sofisticadas máquinas en la produción, creadas por la ciencia y tecnología.  Ante el inmenso cúmulo de trabajo muerto, el trabajo vivo se quedó reducido a la mera supervisión y manutención del sistema mecánico. El aumento incesante de la productividad del trabalho llegó a una situación en que el valor nuevo añadido por unidad de producto es insignificante y mezquino. Con ello, la medición por el criterio del valor se volvió insostenible. Así que, ni el trabajo y ni el tiempo de trabajo no lo son más las condiciones principales de la produción. El trabajo comienza a dejar de ser la fuente principal de riqueza y el tiempo de trabajo deja de ser su medida. Aquí se inicia el exterminio de la gallina de los huevos de oro del capital, el trabajo.

Hoy, una ruptura en nuetra época, en el início del siglo XXI, exige una transformación todavía más profunda y radical tanto teórica como práctica. Las nuevas fuerzas productivas de la microelectrónica son las responsables por la nueva crisis del capitalismo. La riqueza material producida, ahora, es fruto de un sofisticado complejo tecnológico. El dispendio del trabajo humano abstracto perdió la carrera para la ciencia. Antes, el fordismo marcó el apogeo del sistema. Ahora, la informatización marca su entrada definitiva ya en crisis. He aquí el aspecto central que explica la causa y la naturaleza de la crisis actual del mundo globalizado. No se trata de un aspecto particular, sino que el determinante del colapso de la modernización. El contenido material de la produción se hizo incompatible con la forma impuesta por el valor.

EL COLAPSO DEL CAPITALISMO – LA CRISIS DE SU FRONTERA HISTÓRICA.


La produción moderna cuyo objetivo es originar la ganancia está, por lo tanto, delante de un punto muerto/callejón sin salida.  Reducir el tiempo de trabajo a un mínimo o continuar con el tiempo de trabajo como medida de produción, he aquí la cuestión. Por vez primera en la historia de la humanidad, la nueva tecnología ahorra más trabajo que lo necesario para la expansión de los mercados de nuevos productos. La  capacidad de racionalización es mayor que la capacidad de expansión. Una nueva fase creadora de empleos ya no existe. El desempleo se esparce por todas las industrias, y por todo el planeta. El cambio del trabajo vivo por el trabajo objetivado se presenta como el último desarrollo actual de la relación del valor, de la producción basada en el valor. Cambia el significado de riqueza, tiempo y trabajo. La barrera histórica del capitalismo  se presenta, su límite ya se vislumbra. Pues la tercera revolución industrial cambió la aplicación del capital dinero. A medida en que este no puede más ser reinvertido de forma rentable en la economía real, porque no puede más absorber más trabajo, se desvía.  Su camino es el mercado financiero.

Ese desplazamiento especulativo es la evidencia concreta del límite del sistema. El dinero, que aparentemente circula en cantidades infinitas, ya no lo es, verdaderamente en el sentido capitalista, un “buen dinero”, sino solo “aire caliente”, con lo cual la burbuja especulativa fue levantada, simulando la solidez del sistema financiero. Esta burbuja estalló en 2008.  Sus consecuencias catastróficas están a ojos vistas, incluso en los medios mediáticos.

A causa de ello, la frontera histórica del sistema se manifiesta de forma muy diferenciada en cada país del mundo global. A causa de ello, la ilusión de un futuro promisor para el capitalismo irrumpe, de vez en cuando, con gran ostentación. Primero, fue Japón. Enseguida, fue el turno de los Tigres Asiáticos. Ahora, llegó el turno a  Índia, China y Brasil.

En Brasil todavía está para ser bien analisada y debatida con profundidad el origen y desarrollo del capitalismo y el punto muerto de sus crisis.

En la condición de excolonia no lo hicimos. Desde la independencia hasta la dictadura militar también no. Ahora con una gubernamental élite de izquierda mantenemos el mismo procedimiento.

Antes éramos atados a una condición periférica. Ahora por la pretensión de ser país emergente. La lógica y la crisis que está en la base del colapso del moderno sistema patriarcal productor de mercancía son ignoradas. Y ello en un momento en que el capitalismo presenta tanto su barrera económica como ecólogica  Esa actitud nos vuelve no preparados para las graves consecuencias que están ahí y que se harán más graves delante del límite del sistema.

Esa característica de nuestra formación histórica fue captada por uno de los mayores escritores brasileños, Machado de Assis. Machado no rechazaba la relación entre universalidad y la nacionalidad y su prosa captó como nadie el trato de esas supuestas realidades incompatibles. Sus incursiones literarias principalmente en “Memorias Póstumas de Blas Cubas” y “Don Casmurro” acerca de las relaciones sociales brasileñas y mundiales sobrepasan anacronismos irónicos por lo común, de expresiones que se mezclan unas en las otras, de caricaturas semejantes de aquella época histórica y lo mezquino recíproco de gran envergadura.

Hoy, excesivamente mostrados en los medios mediáticos, lo particular y lo universal ganan instantaneidad y la lógica que aún pseudojustificaba la andadura de los brasileños(as) y demás habitantes de la Tierra se ha agotado. Buenos ingredientes para bellas, críticas y creativas composiciones literarias, artísticas, culturales para el nuevo espíritu del tiempo.

Como hemos visto, la crisis actual es completamente diferente de las demás crisis del capitalismo. Antes, se trataba de crisis relacionadas con la expansión del sistema. Las crisIs del siglo XIX, por ejemplo, fueron superadas porque el sistema no había alcanzado todo el planeta, toda la reprodución social. Había aún un espacio interno para el desarrollo industrial. La crisis económica mundial de los años 30, fue una ruptura estructural en un nivel más elevado de industrialización, acabó dominada por las nuevas industrias fordistas y por la regulación keynesiana.

Una cuestión enteramente nueva surgió cuando la acumulación fordista tropezó en sus limites en los 70 y el keynesianismo desembocó en la política expansionista fundamentado en el crédito público. La llamada revolución neoliberal percibe el peligro para el capitalismo y disloca el problema del crédito público hacia los mercados financieros. Estábamos delante de la más importante ruptura estructural del desarrollo capitalista marcado por la tercera revolución industrial.

Entró en el aire un nivel cualitativamente diferente de productividad. Al talar la rama en donde estaba asentado, el capitalismo presentó no sólo sus señales de destrucción, sino exhibió claramente el carácter autodestructivo. Como se ha hecho referencia, su milagro de la multiplicación de los panes consistía en la valorización del valor, es decir, en la valorización del dinero. Reforzando el análisis, con la tercera revolución industrial, a través de la microelectrónica, el sistema elimina el trabajo que constituye la sustancia del capital. Su fuga para el frente, a través del neoliberalismo con su especulación financiera, posibilitaba la subida a los cielos del dinero. Pero, como ese dinero era y es ficticio, el cielo se transformó en el infierno. Infierno éste que ya dura más de dos décadas sustentado por el endeudamiento y burbujas financieras sin sustancia. Por lo tanto, estamos delante de una conyuntura económica global, basada en el déficit que no tiene como ser sustentada indefinidamente.

A causa de ello, la era neoliberal de la desreglamentación fue acompañada por una serie sin precedentes históricos de crisis financieras y de endeudamiento. Mientras esas crisis estuvieron limitadas a ciertas regiones mundiales o sectores, pudieron ser refrenadas por un torrente de dinero de los bancos centrales. Sin embargo ello hizo que se creara las bases para el culminar del proceso de crisis.

Así que, desde octubre de 2008 la crisis de la tercera revolución industrial asumió una dimensión global. El estallido de las burbujas financieras, ahora, se saca a relucir la falta de acumulación real. Un nuevo keynesianismo de crisis, entre tanto, tan solo desplazó el problema del mercado financiero nuevamente para el crédito público en 2011. Pero esto en un nivel mucho más elevado que en la década de 70. El Estado tiene tan poca competencia hoy, como tenía entonces para subsidiar la falta de acumulación real a largo plazo. La crisis de los mercados financieros se sustituye por la crisis de las finanzas públicas. Grecia, Portugal, España, Italia, etc. constituyen tan solo la punta del iceberg del caos de la actualidad. La vuelta al Estado muestra el agotamiento del sistema. No existen nuevos mecanismos de solución de la crisis en el nivel de productividad alcanzado como demuestra la impotencia de los encuentros, fóruns, reuniones y articulaciones de los Estados Unidos, de la Unión Europea y de los países emergentes como China y Brasil.


ESTA SOCIEDAD NO ES LA ÚLTIMA PALABRA

DE LA HISTORIA.


        Los fragmentos de los textos que destacamos aquí constituyen puntos nodales para comprender y emprender la verdadera ruptura con el capitalismo. Particularmente, ahora, en que se presenta tanto su barrera económica como la ecológica.

         Marcan un vuelco teórico muy fértil para las personas que no consideran esa sociedad como la última palabra de la historia.

         Quien no está satisfecho con debates, clases, discusiones, exposiciones y manifestaciones que se limitan a arrastrar conceptos ya superados, encontrarán aquí elementos fundamentales para la construcción de una colosal e inovadora aventura teórica y práctica.


Colapso



El término “colapso” es metafórico y sugestivo. Fue usado por Eduard Bernstein, sin cualquier reflexión teórica, para descalificar completamente la teoría de la crisis de Marx, bajo el impacto del desarrollo capitalista empírico a fines del siglo XIX. El término aparece en el llamado Fragmento sobre las Máquinas de los Grundrisse, que ni Bernstein ni sus adversarios conocían, porque los Grundrisse sólo fueron publicados mucho más tarde. En el tercer volumen de “El Capital” Marx afirma exactamente acerca de un "límite interno del capital" que acaba por hacerse absoluto. Las anteriores “teorías del colapso" minoritarias de Rosa Luxemburgo y Henryk Grossman alegaban la falta de "realizacion" de la plusvalía (Luxemburgo), o con una "sobreacumulación" de capital (Grossmann), que no podría ser reinvertido suficientemente. Paul Mattick temprano se distanció de la teoría del límite interno objetivo del capital; tal como los leninistas, él identificó el "colapso" con la acción política del proletariado. En Marx, existen dos niveles diferentes de la teoría de la crisis, que no están teoricamente unificados. El primer nivel se refiere a las contradicciones de la circulación del capital: a la disparidad entre compras y ventas, así como a la desproporcionalidad con ésta relacionada entre las ramas de la producción. El segundo nivel, en los Grundrisse y en el tercer volumen de El Capital, se refiere mucho más fundamentalmente a la relación entre la productividad y las condiciones de la valorización, o sea, a la falta de producción de la propia plusvalía, al volverse demasiadamente superflua la fuerza de trabajo. Tan solo las contradicciones de la circulación desempeñan un papel en la teorías de la crisis marxistas; la cuestión de la falta de sustancia real de trabajo no fue objeto de cualquier debate. En la tercera revolución industrial, no obstante, solamente el segundo nivel más profundo de la teoría de la crisis de Marx se torna relevante. La "desubstanciación" real del capital está tan avanzada que apenas es posible la acumulación aparente insubstancial, a través de las burbujas financieras y del crédito público, a lo cual actualmente alcanza sus límites. Lo que está en causa ya no es la distribución desigual de la “riqueza abstracta" (Marx), sino sí la liberación de la riqueza concreta del fetichismo del capital y de las  formas abstractas. La mayoría de los marxistas contemporáneos, sin embargo, regredieron hacia atrás hasta las teorías de las crisis anteriores y se limitan a asumir el clásico punto de vista pequeño burgués de la crítica al "capital financiero”. Confunden causa y efecto: reducen la crisis no a la falta objetiva de producción real de valor, sino que a la ambición subjetiva de los especuladores. El modo de producción capitalista no se lo critica más en sus fundamentos; sólo se pretende volver a la configuración fordista del trabajo abstrato. Esta opción no es tan sólo engañosa, es também reacionaria. Y tiene una semejanza estructural con la ideología económica del antisemitismo.

          En el Fragmento sobre Las Máquinas de los Grundrisse y en el tercer volumen de El Capital, Marx subraya que el aumento de productividad debe logicamente llegar a un punto en que será dispensado más trabajo abstracto de lo que podrá ser de modo adicional -movilizado incluso por la expansión de los mercados y de la producción. Entonces también el aumento de la plusvalía relativa por trabajador individual no sirve de nada, porque el número de trabajadores en el conjunto utilizables disminuye mucho. Se puede mostrar que este punto abstractamente anticipado por Marx se alcanza histórica y concretamente en la tercera revolución industrial. Si no fuera así el capital habría podido movilizar bastante trabajo abstracto en la base de sus propios fundamentos productivos, y aumentar la producción de valor real, en vez de haberla subvencionado en una escala sin precedentes, a través de endeudamiento, burbujas financieras y crédito público. El choque de la desvalorización a todos los niveles del capital está en curso a ojos vista. Pero ahora menos que nunca habrá el regreso a un punto cero, a partir del cual todo el teatro pudiera comenzar nuevamente. Al contrario, se mantiene la causa fundamental del desastre, o sea, el nuevo patrón de productividad establecido irreversible por la tercera revolución industrial. Por lo tanto, ya sólo queda la creación repetida de nuevo capital monetario insubstancial por los Estados y por los bancos, capital que repetidamente entrará en colapso, con intervalos cada vez más cortos.



Robert Kurz - A teoria de Marx, a crise e a abolição do capitalismo                                                http://obeco.planetaclix.pt/





Valor

Tanto etimologicamente como en la práctica, el concepto de valor parece designar el "bueno" como tal, lo deseable. A pesar de la acentuación diferente, se confunden como sinónimos el valor económico y los "valores" éticos y culturales. No es en vano que el fundador de la economia política clásica, Adam Smith, actuaba paralelamente como filósofo de la moral. Pero en la conceptuación totalmente inversa de Marx, el valor económico es precisamente el contrario, lo negativo central de la sociedad de la mercancía. En ella es "objetivado" el trabajo abstracto, la forma social fetichista de los productos.  La expresión de un producto "tener" un llamado valor, tiene para él un doble significado. Primero, mientras son valores económicos, se extingue la calidad sensible de los productos, no pasando estos de representantes materiales de trabajo abstracto indiscriminado, que apenas como tales pueden ser transformados en la forma de encarnación del dinero. En segundo lugar, sin embargo, se revela en la forma-valor abstracto de los productos, que se expresa por el precio en dinero, el absurdo social de que el proceso vivo de la apropiación de la naturaleza por el  hombre y de las relaciones sociales por ella medidas asumen la forma de propiedades de objetos muertos. La actividad viva de los hombres es absorbida, por así decirlo, por sus propios productos, promocionados a casi-sujetos de la sociedad, mientras tanto, los hombres, sus creadores, son degradados a meros accesorios.

El marxismo de los epígonos, en la sucesión de los clásicos burgueses y en contraste a Marx, no se refería de forma negativa, sino que sí de forma positiva a la calidad de los produtos de valores fetichistas, del "buen" resultado del trabajo, mientras que el concepto de objetificación fue reducido a mero fenómeno de la consciencia. La crítica pasa a enfocar exclusivamente la plusvalía, esto es, la cuantía "no pagada" del valor productivo, del que es privado el trabajador. De esa manera, no se crítica la calidad destructiva de la socialización en la forma-valor, sino tan solo el mecanismo cuantitativo de distribución que se encuentra sobre esa base ciegamente presupuesta.


Pequeno Glossário - O Colapso da Modernização - Editora Paz e Terra.


Por lo general, el concepto de valor se lo toman positivamente, sea en el marxismo tradicional, en el femenismo o en la economía política, en donde aparece simplemente en la forma de los precios, como objeto de la sociedad humana, sin presupuestos y suprahistórico. No es así en la "crítica fundamental del valor". Aquí el valor se lo comprede y se lo critica como expresión de una relación social fetichista. Bajo las condiciones de la producción de mercancías para mercados anónimos, los miembros de la sociedad no utilizan sus recursos de común acuerdo, para la conveniente reproducción de su vida, pero, aislados entre sí, producen mercancías, que sólo se vuelven productos sociales a través del cambio o trueque en el mercado. Las mercancías son "valor" porque "representan" "trabajo abstracto" (dispendio de energía social humana abstracta), es decir,  representan una determinada cantidad de energía social dispendida. Esta representación se expresa a su vez en el medio particular, el dinero, que es la forma general del valor para todo el universo de las mercancías.

La relación social mediada por esta forma pone de patas arriba la relación entre las personas y los productos materiales: los miembros de la sociedad, como personas, aparecen como asociales, como simples productores privados e indivíduos sin relaciones; la relación social se presenta, por lo contrario, como relación de objetos, de cosas muertas, puestas en relación entre sí en la base de la cantidad abstracta de valor que representan. Las personas son objetificaciones y las cosas casi que personificadas. Se crea una alienación recíproca de los miembros de la sociedad, que no utilizan sus recursos según las decisiones comunes conscientes, sino que se someten a una relación ciega entre cosas muertas –sus propios productos –bajo el mando en forma de dinero. Es así que ocurren sucesivas utilizaciones erradas de recursos, crisis y catástrofes sociales.



Roswitha Scholz - O Sexo do Capitalismo – Teorias Feministas e Metamorfose Pós-Moderna do Patriarcado]", Primera Parte: Sobre o conceito de valor e de valor-dissociação  - http://obeco.planetaclix.pt/





Disociación

Esta visión de la "crítica fundamental del valor”, por más lógica que se presente y por más plausible que sea su explicación de muchos fenómenos de la presente crisis mundial, permanece, con todo, en esta su lógica, indiferente frente la relación entre los sexos. Se percibe de inmediato que aquí sólo el valor y el "trabajo abstracto" de este contexto ascienden, de modo sexualmente neutro, a las honras de la teoría, aunque nada más como objeto de la crítica radical. Continua no tenerse en cuenta que en el sistema productor de mercancías también hay que ser hecha la faena de la casa, tiene que educarse y cuidar los hijos etc; tareas que habitualmente son atribuidas a las mujeres (incluso si ellas tienen actividad remunerada) y no pueden ser, por lo menos exclusivamente, tratadas de modo profesional.

El conjunto de la relación social en el capitalismo, por tanto, no se determina solamente por el automovimiento fetichista del dinero y por el cariz de fin en sí del trabajo abstracto. Al revés, se verifica una "disociación" especificada sexualmente, mediada dialecticamente con el valor. Lo disociado no es ningún simple  "subsistema" de esta forma (como por ejemplo el comercio externo, el sistema jurídico o hasta la política), pero, es esencial y constitutivo de la relación social total.  Quiere decir que no hay ninguna "relación de derivación" lógica inmanente entre el valor y la disociación. La disociación es el valor y el valor es la disociación. Cada uno está contenido en el otro, sin ser idéntico a él. Se trata de ambos momentos centrales esenciales de la misma relación social en sí contradictoria y rota, que deben ser comprendidos en el mismo alto nivel de abstracción.

Lo que no puede ser comprendido en el valor, que es por tanto disociado, ya desmiente la pretensión de totalidad de la forma del valor; representa lo oculto de la propia teoría y por eso no puede ser comprendido con el instrumentario de la crítica del valor. Las actividades femeninas de reproducción, ya que representan el reverso del trabajo abstracto, no pueden ser simplemente tapadas con el concepto abstracto de trabajo, como se hace a menudo el femenismo, que en gran medida tomó del marxismo del movimiento obrero la categoría positiva trabajo. En las actividades disociadas, que en el último lugar comprenden también el afecto, la asistencia y el cuidado humanos, bien como el erotismo, la sexualidad y el "amor", entran los sentimientos, las emociones y las posturas, que son contrapuestas a la racionalidad de la "economía empresarial" en el ámbito de lo abstracto, y que se oponen a la categoría trabajo, incluso si no están completamente libres de los momentos de la racionalidad del objetivo y de las normas protestantes...

Las mujeres son siempre más responsables de los hijos y del trabajo doméstico en la esfera privada, son mucho más mal pagadas en la esfera de la actividad remunerada, lo raro encontrarlas en posiciones públicas de dirección, etc, lo que sin duda radica en las atribuciones y clasificaciones modernas "clásicas" sexualmente especificadas y en las correspondientes responsabilidades reales de las mujeres de y por los cuidados de la reproducción privada, y se sigue a hacerse sentir incluso en los tiempos postfordistas.



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Trabajo Abstracto


A primera vista, el trabajo parece siempre ser concreto, pensándose en determinada actividad útil y en el caso del substantivo abstracto, en la generalización de esa actividad. Pero en los sistemas productores de mercancías, el "trabajo" como tal, sin contenido especifico, se vuelve como abstracción real de un poder material directo. Lo abstracto, nacido de la mente, aparece frente a esa mente, en la forma de dinero, como fenómeno real externo. El dinero, la encarnación del trabajo abstracto, no deja trasparecer ningún contenido concreto; presenta siempre la misma calidad, siendo un fenómeno insensible con forma sensible, una paradoja. Allí en onde el dinero, como imperativo social de hacerse más dinero (ganancia absoluta), pasa a traer en sí su propia finalidad, la abstracción real se extiende también al propio proceso de trabajo material. Los hombres, antes de cualquier determinación concreta y sustancial, se transforman en mónadas del dispendio de fuerza de trabajo abstracta. En agregados altamente diferenciados cooperan de forma directamente social, pero en el grado más alto de indiferencia y alienación recíprocas. Pueden satisfacer sus necesidades solo indirecta y posteriormente, mediante el proceso abstracto de automovimiento del dinero. Los proyectos cada vez más monstruosos de explotación del "trabajo sans phrase" se presentan como algo que se independentizó de sus autores. Todo estudiante de economía política repite, ya en el primer semestre, sin reflexión y con gran convicción, la afirmación de Keynes de que abrir y cerrar agujeros podría ser útil para la movilización y el aumento de la riqueza social. El trabajo abstracto es, por tanto, una clase de neurosis obsesiva de la economía.

El marxismo de los epígonos falló completamente en la crítica al trabajo abstracto. Para ellos, el trabajo, en la forma de existencia en el que encontraron, era lo "bueno" ontológico, que habría sido violentado solo exteriormente por el capital, comprendiendo ellos el concepto de trabajo abstracto sin reflexión como definición positiva. Por ello aconteció que los libros de textos de economía del socialismo real se referían a él como necesidad de la técnica contable o hasta como objetivo explícito del Estado

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Fetichismo de la Mercancía

Concepto que se origina en la crítica de la religión del siglo XVIII, siendo considerado una característica esencial de religiones "primitivas". Se fundamentaba en las observaciones de colonizadores portugueses en África y servía para designar una creencia que se imagina en objetos muertos un alma y fuerzas sobrenaturales. Marx se refirió a ese concepto ironicamente a la moderna sociedad productora de mercancías, que se sujeta al fetichismo análogo en la forma del dinero y de su movimiento de explotación en empresas. Así, el concepto se volvió corriente en la critica de la lógica de la mercancía, a pesar de ser, en rigor, demasiadamente general. Pues en el fondo, Marx no quiere resaltar el hecho de que a objetos, por lo general, pueden ser atribuidas fuerzas sobrenaturales que nada tienen qué ver con su existencia natural, sino que quiere caracterizar un estado social en que la sociedad no posee consciencia de si misma, no penetra ni organiza directamente en la práctica su propia forma de socialización, sino que sí tiene que "representarla" simbolicamente en un objeto externo. Ese objeto (que también puede ser animado) asume entonces un significado sobrenatural que no es idéntico a su forma externa, sin embargo aparece a través de esta. En virtud de ese significado adquiere este, a pesar de su banalidad material, poder sobre todos los miembros de esa sociedad. Un etnólogo diría quizás que el tótem constituiría una analogía más adecuada. En los modos de producción asiáticos, el Hijo del Cielo o Imperador Divino asume esa función, y en el feudalismo, la tierra. El dinero, como una de las muchas formas del fetichismo, existe en todas esas sociedades, pero todavía no posee la función general de representar la socialización inconsciente, que adopta otras formas. Solamente en la modernidad asume el dinero, en definitiva, esa función. Por ello, puede ser designado como totemismo objetivado y secularizado de la modernidad. No es en vano que tiene sus raíces en el ámbito sacral, hecho que casi siempre resaltan los apologistas del moderno sistema productor de mercancías, sin reflexionar lo que están diciendo con ello. Solamente en conexión con su crítica del fetiche mercancía y de su forma de manifestación, como dinero, se puede comprender por que para Marx la modernidad aún forma parte de la "prehistoria de la humanidad". Pues cabe decir, la inversión de aquella perspectiva etnológica que rehusa llamarse de "primitivas" las culturas muy antiguas y los pueblos incivilizados, que también el sistema productor de mercancías de la modernidad es todavía una sociedad primitiva.



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La constitución de la matrix fetichista.


Sin embargo,, la teoria de Marx contiene en el concepto de crítica del fetichismo un acceso enteramente diverso de la realidad. Para él el fetichismo no es solo la representación invertida de la realidad, sino una inversión de la propia realidad. Pero eso fue mantenido encubierto.

Para el marxismo, el movimiento autónomo del capital, la valorización del valor, no es la secuencia de la esencia o sea del fundamento del sistema capitalista, mas de su apariencia y, por ello él remite su respuesta a los objetivos, a la voluntad y a la actitud subjetiva de las personas resolviéndose, por tanto, en la subjetividad.

Para una crítica radical del fetichismo, en cambio, se trata de denunciar como apariencia la propia subjetividad. Se considera disolver los objetivos, la voluntad y la acción subjetiva de las personas. Ellas solo ejecutan la forma-fetiche presupuesta a todos los sujetos.

El marxismo y las teorias tradicionales de la dominación se volvieron cómplices del fetiche y, hoy, se ven imposibilitados de criticarlo en su objetividad.

El anatema lanzado a los dominantes y la eterna suposición de que en las propias formas modernas de dinero y mercancía sería posible una sociedad enteramente diferente y más humanitaria llevó a la destrucción humana y ambiental.

El estructuralismo o la teoría de los sistemas y el pensamiento iluminista y sus sucedáneos postmodernos poseen una identidad interna que los conforma incapaces de la crítica de la forma-mercancía.

El pensamiento iluminista permanece ciego para la verdadera constitución fetichista sin sujeto. El estructuralismo y la teoría de los sistemas y sus despliegues posmodernistas/hipermodernistas renuncian al propósito de captar la constitución sin sujeto.

Pero, Marx parte de una premisa bien fundamentada al proponer una distinción entre primera naturaleza (biológica) y la segunda naturaleza (constituída por el fetichismo y codificada simbolicamente). Tal distinción es decisiva para la crítica radical del fetichismo. Y el concepto de fetichismo es la clave para la comprensión de la historia desde el início hasta los días actuales.

La segunda naturaleza significa que la sociabilidad de los seres humanos se constituye,  se presenta de manera análoga a la primera naturaleza. Sin embargo, analogía no es una identidad, esto es, primera y segunda naturaleza no se equiparan.

La constitución sin sujeto de la segunda naturaleza no adviene como resultado natural, sino histórico. La constitución sin sujeto en la primera naturaleza adviene de la transformación biológica y natural. La distinción entre la primera y la segunda naturaleza y su dimensionamiento a través de la crítica radical del fetichismo provee los fundamentos indispensables a la humanidad para su liberación.

El ser social surgido y no creado viene a la luz como inconsciente de sí mismo y esa inconsciencia adviene de la propia forma de consciencia y reproducción inconscientemente constituida.

Pero el ser social surgido no sería plasmado en la segunda naturaleza, sin recurrir a un sistema simbólico (códigos) que forma la estructuración humana suya. !Aquí reside el cierne de la constitución de la matrix fetichista!

Marx captó esa cuestión en el concepto de “sujeto automático”, figura a través de la cual el valor omnipresente, invisible y objetivado de la reproducción capitalista de fetiche reina ciegamente. En el contexto de la crítica a la economia política y de la determinación económica de la forma del capital en términos generales, dicha definición puede ser suficiente, aunque para la comprensión de la constitución del fetiche y del problema del sujeto como tal ella sea insatisfactoria.

Los conceptos de fetiche y de segunda naturaleza asignan el hecho de que existe “algo” que no se resuelve en el dualismo sujeto-objeto y que no es ni sujeto y ni objeto, aunque constituya esa relación.

El punto decisivo es que hay que haber un plano en el interior de la constitución humana y social, y, por tanto, también en el interior de cada ser humano aislado, plano ese situado más allá del dualismo entre sujeto y objeto.

El concepto clave para la comprensión de ese plano sólo puede ser el concepto de inconsciente (Freud). Pero el inconsciente freudiano no constituye un paso fundamental tanto en la elaboración crítica para la ausencia del sujeto (estructuralismo) como para la crítica de la superación del sujeto (iluminista). Freud circunscribió el concepto de inconsciente, sobre todo en el aspecto individual y psicológico y no enfrentó el problema de la constitución social del inconsciente. Con ello ontologizó su hallado y lo enlazó al inconsciente directamente a la primera naturaleza (impulso sexual). Por medio de una deducción pesimista interpretó que las contradicciones ontologizadas de impulsos inconscientes y productos culturales serían insuperables.

Marx, al contrario, llega a través de Hegel a la historización de la historia de la forma que él expone como historia de las formaciones (político-económicas) de la sociedad. Con ello, enfrenta el problema de la forma universal de la consciencia y aborda historicamente como constitución del fetiche. Marx, sin embargo, no deja dudas de que se trata aqui de formas de consciencia universales e inversas.

Si Marx no se extiende sobre la forma universal de la consciencia del sistema productor de mercancías constituidas por el fetiche, eso ocurre porque su pensamiento se pone frente aquí con un límite: la referencia al trabajo (ontología del trabajo). Lo que pone su pensamiento en una jaula de hierro. El punto de vista de clases y del operariado camina hacia el simple abordaje dualista  antagónico que cae en el tamiz de una visión reduccionista y sociologista de dominación. Evidentemente que esto impide que la forma universal de la consciencia sea puesta claramente.



Dominação Sem Sujeito (Extratos) – Robert Kurz – Seminario Internacional Teoria Crítica Radical, Superación del Capitalismo y Emancipación Humana


Razón (Iluminismo)


Concepto poco claro del pensamiento occidental desde la Antigüedad. En la época del iluminismo (siglos XVII y XVIII) fue proclamada la emancipación de la razón de las cadenas de la religión. Se quería que los hombres se liberasen de la dependencia que ellos mismos, causaron y actuasen en el mundo conscientes de su propio valor. Pero la razón no suprimió la religión, sino tan solo la secularizó, lo que se revela claramente en la "Diosa Razón", idolatrada durante la Revolución Francesa, en la forma simbólica de una estatua. El carácter fetichista o totemista de esa creecia en la razón se comprueba por el hecho de que en su nombre fue desencadenado el proceso ciego de la socialización mundial capitalista, la cual, en cuanto a la forma, es precisamente el contrario de la consciencia humana de su propio valor. La razón universal supuestamente absoluta se rebajó a la mera racionalidad funcional, al servicio del proceso de valorizacion del dinero, que no tiene sujeto, hasta la actual capitulación incondicional de las llamadas "ciencias del espíritu". El universalismo abstracto de la razón occidental se reveló como mero reflejo de la abstracción real objetiva del dinero.



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Cuerpo Sin Sangre

Los medios mediáticos y las instancias oficiales quieren dejarnos ya preparados: muy pronto, una nueva crisis financiera mundial va a desencadenarse, y será peor que la de 2008. Se dice abiertamente de “catástrofes” y de “desastres”. ¿Pero lo que va a acontecer después? ¿Cómo serán nuestras vidas después de un desplome de los bancos y de las finanzas públicas en gran escala?

No se puede tener la certidumbre de que llegaremos a esos extremos. Pero incluso un desplome parcial del sistema financiero nos pondrá delante de las consecuencias por el hecho de que nosotros somos consignatarios, estamos mano y muñeca ligados al dinero, confiándole la tarea exclusiva de garantizar el funcionamiento de la sociedad. El dinero existe desde el alborear de la historia, nos aseguran. Pero en las sociedades precapitalistas, él no jugaba más que un papel marginal. Fue tan solo en las últimas décadas que llegamos al punto en que casi cada manifestación de la vida pasa por el dinero y en que el dinero se infiltro en los más escondidos rincones de la existencia individual y colectiva. Sin el dinero que hace las cosas circular, somos como un cuerpo sin sangre.

Mas el dinero “apenas” es real cuando es la expresión de un trabajo verdaderamente ejecutado y del valor en que el trabajo se representa. El resto del dinero no pasa de una ficción que se basa unicamente en la confianza mútua de los actores –confianza que puede evaporarse, como se ve actualmente. Estamos viendo un fenómeno no previsto por la ciencia económica: no vemos la crisis de una moneda, y de la economía que representa, en provecho de una otra más fuerte. El euro, el dólar, el yen, están todos en crisis, y los raros países todavía con nota AAA por las agencias de calificación no podrán por cuenta propia salvar la economía mundial. Ninguna de las recetas económicas propuestas funciona, en ningún lugar. El mercado libre funciona tan mal como el Estado, la austeridad tan mal como el calentamiento de la economia, el keynesianismo tan mal como el monetarismo. el problema se ubica en un problema más profundo. Estamos viendo la desvalorización del dinero en cuanto tal, la pérdida de su papel, por tanto, estamos viendo su obsolescencia. Pero no por una decisión consciente de la humanidad finalmente exhausta de aquello que ya Sófocles llamaba “la más funesta de las invenciones de los hombres”, sino por un proceso no controlado, caótico y extremadamente peligroso. Es como si sacáramos la silla de ruedas de alguién después de haberle tenerla durante mucho tiempo privado del uso natural de las piernas. El dinero es nuestro fetiche: un dios que nosotros mismos creamos, pero del que creemos depender y en favor del cual estamos listos a todo sacrificar para apaciguar las cóleras suyas.


O dinheiro está se tornando obsoleto? Anselm Jappe.

Tradução: Robson Oliveira


Sujeto

El conceto de sujeto, en el fondo, es paradójico, es un concepto fetichista. Por un lado, el sujeto es entendido como una instancia de pensamiento y de acción autónomos. Por otro lado, sin embargo, este mismo sujeto, justamente en la calidad de sujeto revolucionario de clase, debe ser condicionado de modo puramente objetivo.  Debe tener "objetivamente" una "misión histórica", independientemente de sus titulares empíricos saber de eso o no. La supuesta autonomía de pensamiento y de acción desmiente a sí misma, se asienta en una predeterminación inconsciente. Es como si la crítica radical no fuese una acción de la consciencia, libre y no determinada, sino que sí un mecanismo causalmente condicionado, como el tiempo o la digestión. La función de la consciencia sería entonces, tan solo, consumar conscientemente la propia causalidad. Pero esa es precisamente la determinación fetichista del pensamiento y de la acción en el dominio del capital. Si la emancipación en cuanto sujeto, aunque consciente, sólo debe ocurrir como proceso natural o mecánico, entonces será al revés de si misma.

Se puede determinar objetivamente los mecanismos ciegos del capital, pero no la liberación de la falsa objetividad, liberación esa que no puede volver a ser de nuevo objetiva. La liberación es un hecho histórico y, por tanto, no puede ser teoricamente “deducida”, como la caida tendencial de la tasa de lucro. El famoso "sujeto objetivo" del marxismo tradicional no es sino una categoría del propio capital, o una función del "sujeto automático" (Marx) del trabajo abstracto y del valor. No existe ningún grupo social en el capitalismo que tenga una predeterminación ontológica transcendiente. Todos los grupos sociales son preformados por el valor y, por tanto, constituidos de modo capitalista. Cuando se dice "intereses" es necesario distinguir. Hay, por un lado, los intereses vitales de las personas, de contenidos materiales, sociales y culturales, que son idénticos a las necesidades suyas históricas.

Estos contenidos están, por otro lado, atados a la forma capitalista. El contenido real de las necesidades es así visto como secundario; apenas el interés capitalista, constituido bajo la forma de dinero (salario y ganancia), es inmediatamente percibido. Por supuesto, es inevitable que las necesidades  reales o intereses vitales sean reivindicados. Sin embargo, si la diferencia entre el contenido y la forma dejar de ser vista, ese interés se vuelca contra sus titulares: estos se vuelven entonces los  intereses dependentes, para la vida y para la muerte, de que la valorización del capital funcione. Se reducen a sí mismos a un “sujeto objetivo" que entrega su vida a las leyes del capital y considera esa sumisión normal. Por el contrario, es importante declarar el contenido real de las necesidades como absolutamente inegociáble. Solamente entonces existe la posibilidad de intensificar la tensión entre la forma capitalista y este contenido, hasta la crítica que transcienda para más allá del capital. Ello no será acto de un "sujeto objetivo”, sino de seres humanos, que solo quieren serlo y nada más. Un movimiento emancipador no tiene cualquier fundamento ontológico preconsciente, al revés, tiene que constituirse a sí mismo, “sin hamaca ni fondo doble”.



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Huelga en la Exclusión Social Darwinista.

La crítica del valor no es simplemente contra las luchas sociales inmanentes al capitalismo. Estas son un punto de partida necesario. Sin embargo, la cuestión es saber en que sentido se desarrollan tales luchas. Aquí la fundamentación desempeña un papel importante. Los  sindicatos se acostumbraron presentar sus exigencias no como transcurso de las necesidades de sus miembros, sino como aportación para el mejor funcionamiento del sistema. Así, se dice que serían necesarios salarios más altos para fortalecer la conyuntura económica, y que ellos serían posibles porque el capital tiene altas ganancias. Pero, luego la valorización del capital obviamente se traba, esta actitud lleva a rendirse voluntariamente a la cogestión de la crisis, en el "superior interés" de la economía de la empresa, de las leyes del mercado, de la nación, etc. Esta falsa consciencia existe no solamente entre los profesionales de los sindicatos, sino también en las llamadas bases. Si las trabajadoras y trabajadores asalariados se identifican con su propia función en el capitalismo y exigen aquello que necesitan solamente en nombre de esa función, se vuelven ellos propios “máscaras de carácter” (Marx) de un determinado componente del capital, mayormente la fuerza de trabajo. Así, ellos reconocen que apenas tienen derecho a la vida si consiguen producir plusvalía.

De aquí resulta una competencia exasperada entre las diversas categorías de trabajadoras y trabajadores asalariados y una ideologia de exclusión social darwinista. Esto es particularmente evidente en lucha defensiva por la conservación de los puestos de trabajo, que no tiene cualquier perspectiva más allá de eso. Aquí, muchas vezes concurren entre sí por la supervivencia hasta los empleados de las diferentes empresas del mismo grupo. Por lo tanto, es esencialmente simpático, y además también más realista, que los trabajadores franceses hayan amenazado estallar las fábricas para forzar la obtención de una inmdenización de despido razonable. Estas nuevas formas de lucha no son defensivas ni positivas, sin embargo podrán ser combinadas con otras reivindicaciones, como por ejemplo la mejoría del rendimiento de los parados. A medida que de tales luchas sociales surja un movimiento social, también este, con la experiencia de sus límites prácticos, se confrontará con las cuestiones de una nueva “crítica categorial” al fin en sí fetichista del capital y de sus formas sociales. La concretación de esta perspectiva avanzada es la tarea de nuestra elaboración teórica, que no existe en un más allá abstracto, sino se entiende como momento del debate social.



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CRISIS DEL ESTADO.

La crisis del trabajo tiene como consecuencia la crisis del Estado y, por tanto, de la política. El Estado moderno se constituyó como una instancia superior que garantiza, en el marco de la competencia, los fundamentos jurídicos normales y los presupuestos de la valorización de los sistemas productores de mercancías. Para garantizar eso era indispensable la existencia de un aparato de represión para la posibilidad del material humano rebelarse contra los sistemas capitalista y socialista de Estado. En el capitalismo sin límites, el Estado asumió de forma creciente tareas socioeconómicas tales como salud, educación, red de transportes y comunicación, infraestruturas de todos los tipos que eran indispensables a la puesta en marcha de la sociedad del trabajo.

Empero, el Estado no transforma trabajo en dinero, es decir, el Estado no constituye una unidad de valorización no autónoma y por eso necesita sacar dinero del proceso real de valorización, fruto de la producción y contradicción entre el capital y el trabajo. Lo hace eso con tasas, aranceles, mediante los impuestos, los rendimientos capitalistas del mercado (ganancias, salarios, honorarios). Pero, como se agota el trabajo, se agota la valorización. Agotada la valorización, se agotan también las finanzas del Estado. El Estado se presenta desnudado y exhibe su dependencia delante de la economía ciega y fetichizada de la sociedad del trabajo. En la crisis de esta sociedad, tanto la propiedad privada, como la propiedad estatal, quedan obsoletas porque las dos formas de propiedad presupone, del mismo modo, el proceso de valorización. La propiedad estatal es solo una forma derivada de la propiedad privada, da igual con o sin el adjetivo socialista.

Con el creciente desempleo estructural de las masas,  se agota la renta estatal proveniente de los impuestos sobre los rendimientos del trabajo. Con la crisis, se fuga también las rentas estatales provenientes de los impuestos sobre las ganancias de las empresas. Por otro lado, los trusts transnacionales obligan los Estados que compiten por inversiones a praticar todo tipo de bandidaje. Los límites de la economía nacional son dinamitados. Regiones mundiales enteras son impedidas de tener flujos globales de capital y mercancías.  En una ola de fusiones sin precedentes históricos, los trusts se preparan para la última batalla de la economía empresarial. Estados y naciones son desorganizados e imploden. Las poblaciones son empujadas para la locura de la competencia. En la lucha por la supervivencia asaltan en guerras étnicas de bandos. Con nuevos ropajes resurgen el racismo, canibalismo, homofobia, xenofobia, genocidio, patriarcalismo, nazismo, fascismo.

Con la permanencia y agravamiento de la crisis crecen la exclusión, discriminación, terror, violencia, guerra, narcotráfico, desempleo, etc. La barbarie ronda todas las ciudades de Brasil y del mundo. Acontecen violaciones de bebés y niños. La desesperanza y la miseria se esparcen. El servicio público se volvió calamitoso. La sociedad mal funciona. La “basura humana” queda bajo la competencia de la policía, de las sectas religiosas de salvación, de la mafia, de los esquadrones de la muerte y/o grupos de exterminio. Aumenta enormemente el número de personas en las prisiones, en particular jóvenes. A diario, niños y pobres son asesinados. Tres cuartos de la humanidad se hunde en estado de miseria y calamidad porque el sistema social de trabajo no necesita más de su trabajo y son declarados como basura social. La naturaleza está amenazada de destrucción. Una catástrofe de inmensas consecuencias alcanza los fundamentos naturales de la vida y amenaza también la sociedad.

Además, delante de la crisis actual, el patriarcado queda aún más salvaje. El resultado de las democracias fordistas para las mujeres ya fue la doble carga, la doble jornada de trabajo, salarios diferenciados, subalternidad, discriminación, humillación y violencia sexual. Ahora viene la tercera, que además de acentuar la disociación en las relaciones entre los sexos y la escisión entre lo público y lo privado, pretiende tornar las mujeres responsables de la supervivencia imposible de la sociedad actual, que el mundo masculino, irracionalmente, quiere prolongar.



ESTADO Y POLÍTICA COMO ADMINISTRADORES DE LA BARBARIE.

El Estado democrático se transforma, con ello, en mero administrador de crisis. La educación se vuelca privilegio para incluidos y espejismo para excluidos. La cultura intelectual, artística y teórica se remite a los criterios del mercado, se va padeciendo y se descalificando y destilando el tedio cotidiano. La salud no es más financiable. Abiertamente vale la ley de la eutanasia social: porque si tú eres pobre y “superfluo” no tiene derecho a nada y tiene que morir mucho antes. Desempleados, moradores y “meninos de rua” (niños de la calle), sin techo, sin tierra, sin nada, enfermos, mayores, ancianos y excluidos son tirados al basurero sanitario social. El Estado se volvió en sistema de apartheid que no tiene nada más a ofrecer a sus exciudadanos.

Delante de la barrera histórica del modo de producción de mercancías, sus actuales integrantes y postulantes resolvieron cometer suicidio al lado del capitalismo. Pues el Estado se convirtió en aparato de y para la barbarie, terror, locura, corrupción, asesinato, tráficos, demagogia, violencia, escarnio, cinismo, etc. Por ello, sólo personas que compaginan aptitud y cualidades para tales actividades pueden integrar un tal aparato y ejecutar sobre el pueblo y sobre sí mismas, con el avance de la crisis, el veredicto del sistema.

Esta crisis no puede ser revertida a través de la política. Pues política es en su esencia la acción relacionada al Estado que se volvió, en la actual situación, completamente sin sentido. Un mundo fundamentalmente mentiroso, la política, como portadora de la mentira, tiene su papel resaltado para engañar las personas. La finalidad de la política es la conquista del aparato de estado para dar continuidad a la sociedad de la política. La política habla de realismo cuando devasta el mundo y amenaza la vida. Afirma que es mejor para la ciudad y la vuelve cada vez más fea y animalesca. Habla  en humanismo y deja la persona humana empobrecida y miserable en medio de la riqueza. Evidentemente, queda imposible, en esas condiciones, haber alguna regulación política democrática para la crisis del trabajo y de la política. El fin del trabajo se convierte en el fin de la política.

Por lo tanto, la política se quedó reducida a mero espectáculo. Un espectáculo que llevas tú a obedecerlo, que pones tú al servicio, que lo apasiona para servirlo y que lo conduce para la pasividad, resignación y mediocridad. Todos concuerdan que no queda bien vender un político, como se vende un detergente. Pero, venden y electores siguen comprándolo. Por ello, la actuación política se convirtió en tarea de demagogo. Por más asombrados que queden los adoradores de la diosa política, la política se ha acabado.

Por lo tanto, la impotencia de la política también contribuye para que se dimensione mejor que la crisis actual se presenta como crisis final del capitalismo, la crisis de la propia forma-valor y no solo de sus aspectos secundarios. La conforman: la crisis ecológica; la imposibilidad, en la época de la globalización, para la política y para los estados nacionales de continuar a funcionar como instancias reguladoras; la crisis del sujeto constituido por el valor-disociación, en particular visible en la crisis de la relación entre los sexos y el agotamiento de la sociedad del trabajo y de sus fundamentos.

LA CRÍTICA EN LA HISTORIA.

El pensamiento premoderno acrítico solamente era posible bajo la condición de que la sociedad reposara estaticamente sobre si misma y el pensamento reflexivo se reportara, no al vacio, sino a un orden divino. No hay mais vuelta a esta situación.

El pensamiento postmoderno, teniendo por base la filosofia iluminista burguesa y la teoría económica a ella vinculada y praticada, realizó una gran hazaña el vender el contexto de la forma social capitalista, antes totalmente inexistente, como una ley natural de la convivencia humana. Este éxito contó con una destacada aportación de la crítica inmanente al capitalismo. Mientras el capitalismo tenía horizontes al frente, permaneció fácil proyectar para toda la historia de la humanidad la necesidad de las relaciones sociales capitalistas. Pero, ahora, la crisis mundial actual abre de par en par los limites del sistema. Y la teoría inmanente al capitalismo se desvanece junto con él. De ahí sólo puede advenir una razón, la razón que quiere desesperadamente justificar la administración de la crisis.

El pensamiento postmoderno constituye la crítica social fragmentada en el estado terminal del sistema y se pone contra toda teoría que examina el conjunto de la sociedad. Se trata de una reflexión teórica que cada vez más se fragmenta porque la dinámica social a ella subyacente se extinguió. Las generaciones postmodernas, por tanto, ya no comprenden los conceptos de reflexión. Ellas son lo que son y nada más. Son perfectamente idénticas a sus actos banales, puesto que más absurdos fueren estos actos.      

El pensamiento del Movimento Sair do Capitalismo (Movimiento Salir del Capitalismo)  entiende la teoría como crítica categorial al capitalismo, a las raíces suyas, como crítica a la irracionalidad del moderno sistema de producción de mercancías, o sea, se rechaza las clasificaciones ontológicas básicas del capitalismo (trabajo, valor, disociación, mercancía, dinero, mercado, Estado, nación, política, democracia, etc.). Se  examina el modo de producción capitalista fundamentalmente en sus formas político-económicas elementales, que abarquen todos los grupos, clases y capas sociales que forman el sistema colectivo de referencia de los conflictos sociales intercapitalistas.


LA PROBLEMÁTICA GLOBAL DE LA CRISIS ENCUENTRA SU EXPRESIÓN EN LA CUESTIÓN FEMENINA.

La sociedad actual es el resultado de una larga historia patriarcal y cristiana-occidental de la socialización del valor y de la disociación entre los sexos. Para esa historia aportó decisivamente el hombre blanco y occidental. Para que la racionalidad del hombre moderno pudiera imponerse en la estela del legado antiguo y para más allá de él, era necesario anular la mujer y todo lo que ella representaba. Pero no se trataba tan solo del hecho de los hombres expropiar brutalmente la ciencia medicinal empírica de las mujeres; antes lo que estaba en juego era el proyecto fundamentalmente diverso de relación con la naturaleza.

Ahora, esa sociedad presenta cierto tipo de crisis que pone en jaque la identidad sexual suya. Por ello, la superación de la socialización por el valor exige también la superación de su identidad masculina. A causa de ello, todo intento de extender el velo de la neutralidad sexual sobre la crisis del valor está condenado al fracaso.

Por la primera vez en la historia de la humanidad la problemática global de la sociedad en crisis encuentra su expresión en la cuestión femenina. Superar el patriarcado, hoy, es superar la forma fetichista de la mercancía. Pues aquí está el fundamento de la disociación patriarcal y la convocación para una construcción histórica para más allá del fetichismo de la mercancía y de sus atribuciones sexuales.

El origen de este hombre blanco y occidental, como hemos visto antes, viene de la economía política de las armas de fuego en los primordios de la modernidad y del  potencial destructivo de estas; pero su aportación y forma de reflexión teórica consciente apenas pueden ser encontradas en el iluminismo. Por causa de eso, la crítica radical del valor y de la disociación, la crítica del sujeto y la crítica del iluminismo son un todo indivisible. Al final, la construcción histórica del iluminismo concurrió para la constitución de la forma del sujeto moderno, capitalista, masculino e impregnada por la ideología del  valor y de la lógica de la disociación – un sujeto destructivo.

La forma del sujeto no es otra cosa sino que ese modus general de la relación del valor moderno y capitalista, la forma general de pensar y actuar de la socialización del valor. Se trata, por un lado, de esa forma que se presenta a los individuos como totalidad fetichista del sujeto automático objetivado. Pero esta forma también es, simultáneamente, la de los portadores (as) de las acciones individuales e institucionales; y, como tal, ella constituye, en un sentido más restrictivo, la forma del sujeto o la forma sujeto.

La sociedad del valor y de la disociación representa en sí un programa de tabla rasa. Ella se conforma en la negación bestial de todo el mundo sensible y social. Emancipación, por tanto, significa la negación de la negación del mundo contenida en la propia forma sujeto. La subjetividad negativa contra el propio sujeto debe ser entendida como la superación transformadora del sujeto. Es una definición netamente negativa y transformadora de la formación del sujeto contra el sujeto. Sujeto, pero solamente para abolir el sujeto. Por tanto, un contra-sujeto ronda el mundo – !el sujeto de la desfetichización!

Es innegable que antes no fue posible la formación de un movimiento que fuera capaz de eliminar el capitalismo y, por consiguiente, el Estado, la política, el mercado, el dinero, la mercancía y sus consecuencias. No fue posible la formación de actores que forjasen la historia de la emancipación humana. Las experiencias revolucionarias del pasado siglo demuestran esto cabalmente. La ausencia de ese movimiento forma parte, por lo tanto, la mayor victoria del capitalismo.

Eso por que, entre otras razones, la teoría que fundamentaba la lucha de quien intencionaba acabar con el capitalismo, cuya fundamentación estaba en la historia de lucha de clases, no dimensionó la comprensión de la crítica radical de que los trabajadores fueron creados por el valor. Por eso, fueron transformados en compiches de la política y del capital y no dirigentes de sus propias vidas, vividas y proyectadas. Al final, toda criatura tiene dificultad para superar el creador suyo, de sustituir el amor de la servidumbre por el deseo de la libertad. La  crítica radical, cuya fundamentación está en la historia de las relaciones fetichistas, elimina esta grave insuficiencia teórica. El arma nuestra  es la crítica radical del valor- disociación que restablece la identidad, en el pensamiento y en la acción, entre forma de existir y forma de pensar hasta aquí impensable.

Ahora, podremos entrar en el laberinto actual conducidos por el hilo de Ariadne de la crítica radical. Ahora, podremos superar de una vez este sistema de horror y construir la emancipación nuestra del capitalismo. Por tanto, el aspecto central de la praxis emancipadora tiene que ser la superación del capitalismo y no la administración de su crisis. ¡Basta ya de espectáculo de fin del mundo, por el fin del mundo del espetáculo!

El colapso de la modernización deja claro que es imposible vivir en esta sociedad sin la transformación emancipadora. La ciencia y el arte se presentan ante y con este desafio. A medida que se asoma el carácter agudo de las contradicciones (éticas, sociales, ambientales, filosóficas, artísticas, culturales, históricas, económicas, científicas etc.) el saber científico y su aplicación pasan a enfrentar una opinión cada vez más expresiva para que la ciencia no siga como un mundo aparte, a la vez fuente de fascínio y angustia, sino que disponga sus descubiertas y hallazgos al servicio de la emancipación. Situación aún más desafiadora enfrenta el arte en general. Pues el estancamiento y la falta de perspectiva del arte moderno corresponden al estancamiento y la falta de perspectivas de la sociedad de la mercancía. La gloria de la primera pasó juntamente con la gloria de la segunda. Así, la humanidad sólo podrá tener futuro si caminar hacia más allá del sistema productor de mercancías. El movimiento afrenta el obstáculo que tiene de sobrepujar. Por lo tanto, una subversión inédita ronda el mundo –la subversión para salir del capitalismo.


LA OPORTUNIDAD HISTÓRICA DEL MOVIMIENTO SAIR DO CAPITALISMO (SALIR DEL CAPITALISMO).

Hasta aquí no se contaba con una idea desarrollada de un movimiento social de ruptura con el orden establecido.

No había una nueva idea de revolución para formar el polo opuesto a la barbarie reinante.

No existía una propuesta para aprehender y combatir la totalidad capitalista en el sentido de suplantar el moderno sistema patriarcal productor de mercancías.

Como consecuencia, los movimientos sociales existentes como los Indignados de Europa, de la Primavera Árabe, del Occupy Wall Street, el MST, los sindicatos, los partidos y varios otros en Brasil permanecieron (y permanecen) presos a la inmanencia del sistema. Lo que hace que las simples luchas defensivas, incluso las reivindicaciones modestas e inmediatas no obtengan posibilidad de victoria por no posicionarse en la perspectiva de suplantación del sistema. El resultado, como se sabe, fue (y continúa siendo) la manutención de la lucha por la modernización del capitalismo.

Pero el capitalismo ya alcanzó su modernización. Hoy, este se depara, en la crisis actual, con su frontera histórica. Y quien administra la crisis de esa frontera, administra su barbarie. He aquí porque la persistencia de la teoría y de la práctica de esos movimientos en la actualidad se reviste de cariz retrógrado. Y eso vuelve los movimientos sociales imposibilitados de poner un paradero en el genocidio de la humanidad y en el ecocidio del planeta.

No había, como consecuencia de eso, una propuesta de un movimento social innovador. Pero, ahora, basado en esa radical innovación irrumpió una idea en Fortaleza, que provoca la humanidad – el Movimento Sair do Capitalismo (Movimiento Salir del Capitalismo). Se trata de la idea de un movimiento capaz de transformar la relación social existente y construir la sociedad postcapitalista. La salida para la vida plena de sentido.

Los años en la persistencia de la lucha; la (re)descubierta de la dinámica capitalista (valorización del valor, del dinero), o sea, de su esencia, de su lógica, del fundamento del sistema; las aportaciones teóricas inestimables de varias personas; el limite histórico de cariz destructivo y autodestructivo del capitalismo; el colapso del sistema y el insight del devenir histórico de un movimiento transcendiente contribuyeron para dar vida a esa nueva propuesta.

Su concretación supera las concepciones teóricas y práticas que reinaban, hasta aquí, afirmando que la crítica al sistema sólo podría ser ejercida en el horizonte del propio modo de producción capitalista.

Con ello, llega al fin la capitulación incondicional a las reglas, normas, principios, organización y funciones del Mercado, Estado y demás categorías fundadoras Y fundamentales del capitalismo.

Está a la orden del día la voluntad consciente del ser humano para iniciar la construcción de un modo superior de sociabilidad que va mucho más allá de las formas fetichistas de la mercancía, de la política, del trabajo y del dinero. Aquí la premodernidad, la modernidad, la postmodernidad y la ultramodernidad se revelan como prehistóricas.

Quienes optó por ni ver, ni oir y ni hablar sobre eso se depara ahora con el iniciar concreto de esta hazaña histórica.

Para el movimiento basta que aprovechemos esta única y admirable conjunción histórica que pasó a existir en la subversión de la humanidad. Se trata de una conjunción que, de un lado, haga que la crisis actual presente los limites del sistema capitalista, en un momento en que una transformación social profunda puede ser realizada. De otro lado, pasemos a contar con una formulación teórica y un movimiento práctico que reúnen condiciones para realizar bien esta transformación emancipatoria.

Por tanto, no deberíamos perder esta rara oportunidad histórica. Al final, la ciega utilización de los medios materiales existentes llevó la sociedad a un funcionamiento absurdo, y sin embargo, nos posibilitó los medios materiales para una organización superior del mundo que alcance la emancipación humana. Con la emancipación, dejaremos de vivir bajo el imperio de la barbarie, del terror y de la amenaza de aniquilamiento total de la humanidad y del planeta.

Analisando las experiencias pasadas (al final, no fueron pocas las luchas realizadas) hemos percibido que la praxis emancipadora está en gestación. Una gestación de la revuelta que exige la práctica coherente. Que rechace encontrar lugar confortable en la alienación general, en la busca de migajas en un mundo degradante. La práctica que enfrente la crisis actual de la sociedad capitalista considerando que esa sociedad amenaza destruir la naturaleza, y por tanto, amenaza a todos nosostros, quedando cada vez más afectados el suelo, el agua, la atmósfera y los alimentos que se vuelven transgénicos. La práctica que adopte formas de lucha cuya comprensión, organización y actuación sean basadas en la acción directa de las personas, para que podamos forjarnos como visión teórica y prática de la totalidad. La prática que no sea de lucha por la distribución en el interior del sistema, mas iniciativas que pretenden la superación del capitalismo. La práctica que cuestione todo, nuestras relaciones y los objetivos de la transformación de la sociedad y de la naturaleza. La práctica en que nuestro rechazo a la política afirme la praxis transformadora para construir la felicidad humana, aboliendo del medio nuestro todo lo que tiende a reproducir la alienación. La práctica que sea la declaración de guerra a la irracionalidad reinante. La práctica que forme parte de un proyecto que pretenda  una existencia rica y apasionante, opuesta a la contemplación pasiva, y que quiere abolir todo lo que, actualmente, torna imposible tal vida. La práctica de la cual pueda originarse del radical y nuevo movimiento social contestatario: el movimiento de la emancipación. La praxis que exija la combinación casi perfecta entre inmanencia y trascendencia, entre reforma y revolución, entre concienzación y su actuación correspondiente. Pues nuestro tiempo histórico señala que estamos frente  a la decadencia del capitalismo, pero no todavía con su desaparición.

Para alcanzar la superación de ese sistema se vuelve indispensable la contrucción de un movimiento social totalmente nuevo. Que contenga no sólo una crítica teórica radical, sino también, actividad práctica radical.  Movimiento ese que contribuya para irse adelante con un nuevo proceso histórico.

Es evidente que no se trata de un movimiento de carácter local, regional o nacional, sino que de un movimiento social transnacional emancipador. Un movimiento, por tanto, que enfrente y supere el patriarcado, el racismo y la sociedad productora de mercancías con su fetichismo y sujeto. Es la hora de dar ese paso al frente. Un paso para pensar y construir el proceso emancipador mundial, comprendiendo que la ofensiva de transformación social de esa envergadura sólo podrá realizarse si hay una concentración de esfuerzos. ¡Críticos(as) radicales de todo el mundo, uníos!

Es comprensible que los poderes de nuestra ciudad, estado, país y mundo nos consideren locos porque queremos poner fin a la prehistoria de la humanidad. Empero, nada tenemos que perder, sino la catástrofe para la cual ellos nos conducen. Vámonos. Hemos de ganar la Tierra de la emancipación humana.

LA VICTORIA DEL MOVIMIENTO SAIR DO CAPITALISMO (SALIR DEL CAPITALISMO) SERÁ LA DESFETICHIZACIÓN DEL MUNDO.

Un fetichismo todavía domina el mundo –el fetichismo de la mercancía.

Su manutención amenaza la vida humana y del planeta. Su superación posibilita la emancipación de toda la humanidad.

Tal fetichismo que no es sólo una representación inversa de la realidad, sino que una inversión de la propia realidad constituye la base de la sociedad actual. Una sociedad que, en consecuencia de eso, no tiene consciencia de si misma. Una sociedad que no organiza directamente su propia forma de socialización y disocia hombres y mujeres. Una sociedad que se somete al dominio de la abstracción real, el valor, que representa el trabajo y se expresa en el dinero. La abstracción que tiene poder sobre todos los miembros de esa sociedad. Una sociedad que pone las relaciones entre las personas como relaciones entre las cosas y de las cosas. Una sociedad en que el fetichismo de la mercancía se opone al ser humano, a la  propia sociabilidad suya. Y lo que es más grave, se lo considera como axioma implícito, telón de fondo tácito que se prohibe cuestionar, una obviedad axiomática.

Hoy, en todas las bases de la sociedad productora de mercancías, ese fetichismo vive. Ha impregnado todos los aspectos suyos. Vive de la inconsciencia humana. Reina a través de la servidumbre voluntaria. Lleva el ser humano a vivir una vida monstruosa y practicar el asesinato de la humanidad y del planeta. Intenta  prolongar la vida capitalista. Sostiene todos los demás fetiches. Oculta secretos de su superación. Impide la emancipación humana.

¿Será posible superar el fetichismo?

Desfetichizar es pensar lo impensable, es desnudar la lógica fetichista, es hacer la realidad acercarse del pensamiento, es desontologizar el capitalismo, es desarrollar una teoría capaz de dimensionar: 1º) que la realidad surge en el fetichismo y el fetichismo es real; 2º) que el valor es la disociación y la disociación es el valor; 3º) que la crisis actual del capitalismo no es sólo crisis del limite del valor, sino también crisis del limite de la relación entre los sexos y crisis del límite de la relación entre el ser humano y la naturaleza; 4º) que la revolución contra la constitución del fetiche y su sistema es la misma de la superación del sujeto; 5º) que la historia sólo puede ser comprendida como historia de las relaciones fetichistas.

Comprender el fetichismo es captar, de primero, la lógica destructiva y autodestructiva de esa sociedad y, luego, su historia.  Del punto de vista lógico, por ejemplo, es el valor que conduce a la creación de las clases. Y fue la lucha de clases que produjo la modernización del capitalismo.

Antes, la fetichización del mundo, del valor-disociación posibilitó el desarrollo del capitalismo. A partir de ahí, con la valorización del valor, este sistema desconoció obstáculos. Hoy día, con la microeletrónica, ha alcanzado su límite y el resultado es el punto muerto actual. El capitalismo perdió su dinámica. La época de no lo sabe, pero se hace, ha pasado. El mundo del macho acabóse. El valor y la disociación pueden desaparecer.

Con ello, el fetichismo de la mercancía a través de su inversión entre lo concreto y lo abstrato, entre el ser humano y los medios suyos y entre el sujeto y el objeto provoca grietas en la apariencia y comienza a exponer su esencia, su irracionalidad. El resultado es el colapso de la civilización.

Ahora, la concepción del mundo basado en las formas fetichistas sufre profundas sacudidas. De pronto  los relámpagos advenidos de los mercados financieros mundiales indican, por la primera vez en la historia, señales de que el fetichismo puede ser superado. Y, como el fetichismo de la mercancía es el fetichismo por excelencia, su superación posibilitará también la superación de todos los demás fetichismos. A causa de ello, nunca hubo un período de la historia en que la voluntad consciente de la persona humana haya tenido tan grande importancia.

¿Será posible superar el fetichismo?

Desfetichizar es hacer lo imposible, es construir el Movimento Sair do Capitalismo (Movimiento Salir del Capitalismo), es superar el fetichismo, el patriarcado, el racismo y el capitalismo con sus categorías fundadoras. Desfetichizar es desnudar la apariente racionalidad de la modernidad capitalista.

!He aqui el inicio instigador del proceso emancipador! El momento de coger la llave, abrir la puerta y entrar en la habitación prohibida en onde están guardados los secretos de toda la humanidad! ¡La época para el vuelo más alto de la inteligencia humana! ¡El período de la más bella lucha de todos los tiempos!

¡Es para pensar lo impensable y hacer lo imposible que este movimiento nos desafía!


EL MOVIMENTO SAIR DO CAPITALISMO (MOVIMIENTO SALIR DEL CAPITALISMO) Y LA NUEVA ÉPOCA.

Como hemos visto, a través del análisis nuestro, el capitalismo sólo surgió, se desarrolló, superó sus crisis y hoy, en su decadencia, se debilita pero no se desploma porque están intactas sus formas sociales categoriales básicas.

Ellas resisten y permanecen hace siglos gozando de una perennidad de causar asombro a sus nuevos sepultureros. Y, todavia hoy, son consideradas como axiomas implícitos, un telón de de fondo tácito que es prohibido cuestionar. Criticarlas es como si el mundo acabara de pronto por causa de esas críticas. Al revés, es exactamente por falta de la crítica teórica y práctica a esas categorías que el mundo está acabándose. Si esto persistir, persistirá el capitalismo, persistirá la barbarie capitalista.

Si las categorías fundamentales del capitalismo (valor, trabajo, dinero, mercancía, mercado, Estado, política, nación, democracia, etc.) continuar existiendo, dejará de existir el ser humano, la naturaleza y el planeta Tierra. ¡Una conclusión realista delante de las catástrofes previsibles, mas de dimensiones imprevisibles que se anuncian!

La crítica radical del fetichismo nos permite comprender que él nos acompaña desde los primordios de la humanidad. A causa de ello, nuestra historia es la historia de las relaciones fetichistas. Vale decir, no solamente la historia contemporánea. Por más diferentes que las relaciones sociales hayan sido en la historia de las sociedades hasta aquí existentes, una conclusión se impone: todas ellas fueron dirigidas por medios fetichistas. Nunca existieron, por tanto, sociedades autoconscientes que pudieran decidir libremente sobre el empleo de sus posibilidades. El moderno sistema de producción de mercancías representa, unicamente, la última forma social de la dinámica ciega del fetichismo.

Con ello, el mundo capitalista pasa, a partir de ahora, a ser dimensionado como etapa pasajera en la historia de la humanidad. Y la consanguinidad, el totemismo, la propiedad de la tierra y el valor pasan a ser considerados como etapas más largas del proceso a través del que el ser humano se desclavó de la naturaleza, volviéndose un ser relativamente consciente en relación a la primera naturaleza, pero no todavía en relación a la  segunda naturaleza, que es su propia conexión social creada por él mismo.

Con todo ello, se evidencia la respuesta para la verdadera dimensión de la crisis mundial en el siglo XXI. Se trata de la superación no sólo de la historia capitalista, sino de la historia existente hasta ahora. No sólo la era de la Guerra Fría llegó al fin. Llegó al fín también la historia mundial de la modernización. No sólo esa historia especificamente moderna, sino que la historia mundial de las relaciones de fetiche en general.

A causa de todo eso, el Movimento Sair do Capitalismo (Movimiento Salir del Capitalismo) ha decidido hacer de este tiempo -el tiempo suyo: un tiempo para más allá de la relación social del valor-disociación.

Ese proyecto radical es el único que puede abrir perspectivas en las luchas de las ideas y prácticas sociales de la actualidad. Su razón de ser consiste en el hecho de que el movimiento es la expresión concentrada de una transformación histórica que anhela cada vez más y más personas.

Lo que hay de radicalmente nuevo corresponde precisamente a las nuevas tendencias históricas que configuran una crisis de nuevo tipo de la sociedad moderna. Una crisis que expone, por vez primera, las fronteras del sistema capitalista.

Captar esas tendencias fue la primera señal anticipada del triunfo de la subversión del Movimento Sair del Capitalismo (Movimiento Salir del Capitalismo). La segunda señal será la ruptura ontológica, la suplantación del moderno sistema patriarcal productor de mercancías y su sustituición por una sociedad humanamente diversa y desfetichizada, socialmente igual y creativa, ecologicamente exuberante y bella, placentera en el ocio productivo y completamente libre.



¡Antifetichistas de todo el mundo, uníos!



Fortaleza, 05 de mayo de 2012







“Los días de esa sociedad están  contados; sus razones y sus méritos fueron pesados y verificados débiles; sus habitantes están divididos en dos partidos, uno de los cuales quiere que ella desaparezca”.

Guy Debord

Prefacio a la 4ª edición italiana de

A Sociedade do Espetáculo (La Sociedad del Espectáculo)

Enero/1979



UN PROYECTO PARA LA HUMANIDAD Y EL PLANETA.

¡LA SALIDA PARA LA VIDA PLENA DE SENTIDO!

MOVIMIENTO SALIR DEL CAPIOTALISMO




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